Las TIC-s han entrado en nuestras aulas para quedarse y ello ha supuesto un gran sobresalto en nuestro modo de hacer. Hasta hace poco el alumnado tenía que repetir fielmente los contenidos elegidos y transmitidos por el profesorado, dejando muy pocas posibilidades al desarrollo de la capacidad crítica y, dado el poco grado de aplicación de los contenidos, un gran porcentaje de ellos eran inmediatamente olvidados.
Si queremos desarrollar las competencias de nuestro alumnado no tenemos más remedio que cambiar la metodología. Ellos tienen que aprender a buscar la información, procesarla, seleccionarla, transformarla, comunicarla... y, aquí el aprendizaje memorístico no tiene cabida. Los alumnos se tienen que convertir en protagonistas de su proceso de enseñanza-aprendizaje. Tendrán que hacer propuestas, discutirlas, tomar decisiones... creando un ambiente de aprendizaje más dinámico e interdisciplinar. No se trata tanto de aprender contenidos como de "jugar" con ellos, de manipularlos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la pluralidad de la sociedad en la que vivimos. Cada niño acude a la escuela con su bagaje, su conocimiento y, como en otras áreas, el nivel de competencia tecnológica no suele ser similar, pero es en este terreno donde mejor se ve el poder del aprendizaje entre iguales: a menudo vemos cómo se enseñan mutuamente a utilizar el messenger, a jugar con la consola o a compartir música o fotos... Y todos tienen algo que aportar.
Pero las tecnologías tienen otras posibilidades, y nuestro alumnado tiene que ser capaz de explorarlas para ser capaces de buscar y crear información, comunicarla y compartirla. Es decir, para formar al ciudadano digital del futuro.
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